El Sevilla es un club convulso. Tres días después de la destitución de José Luis Mendilibar, el equipo andaluz ha presentado este miércoles a Diego Alonso, el cuarto entrenador en un año tras Julen Lopetegui, Jorge Sampaoli y el propio Mendilibar. El preparador uruguayo, que vivía en Madrid, tiene un gran conocimiento del fútbol español, pero nunca se había sentado en un banquillo europeo. La rueda de prensa de presentación ha sido mediatizada por las imágenes sacadas en el programa El Chiringuito. En ellas, se realizaba una transcripción de la conversación mantenida entre el presidente José Castro, el vicepresidente José María del Nido Carrasco y el director deportivo, Víctor Orta. “Esto puede salir muy bien o muy mal. Al final la culpa la tenemos tú y yo”, se leía en los labios del presidente sevillista.
La pillada televisiva fue explicada de manera rotunda por el propio dirigente en la presentación de su técnico. “No nos referíamos a nuestro nuevo entrenador, Diego Alonso, sino a una situación que ocurrió con el técnico de nuestro equipo filial, que vamos a traspasar al Huesca. Sí pediría a los compañeros de la prensa que antes de faltar a la verdad se puede llamar al club y contrastar la información para no meter la pata de esa forma”, aclaró Castro para ofrecer la versión del Sevilla.
Diego Alonso asistió bastante sereno a una presentación algo agitada. Porque a la referida crisis televisiva se unió la petición, a última hora de la noche del martes, de la celebración de una junta extraordinaria de accionistas por parte de José María del Nido Benavente. El ex presidente de la entidad y máximo accionista desea recuperar el control de la entidad. “En diciembre hay ya una junta ordinaria. Nuestros estudios jurídicos estudiarán la petición, pero creo que bastará con la junta ordinaria. Los grandes accionistas, a excepción del señor Del Nido, tenemos un pacto de gobernabilidad, lo estamos cumpliendo y lo seguiremos cumpliendo”, afirmó Castro. Por este pacto y en esa junta ordinaria de diciembre, se debe producir el traspaso de poderes para que José María del Nido Carrasco, hijo del expresidente Del Nido y actual vicepresidente, se convierta en el máximo dirigente del Sevilla.
En medio de esta situación, Diego Alonso esbozó sus intenciones después de ser defendido de forma contundente por el propio Castro y Víctor Orta, el director deportivo. “Quiero un equipo que presione alto y que sea protagonista con el balón en un fútbol combinativo. Y creo que la plantilla tiene argumentos suficientes por lo que he podido analizar. Está equilibrada y hay variantes para jugar de diferentes maneras. No arraso cuando llego a un club”, destacó Alonso. “Con Simeone tengo en común el primer nombre, pero yo soy Diego Alonso y el Cholo es el Cholo. No obstante, que se me compare con el Cholo es algo que me halaga”, admitió el uruguayo cuando se le preguntó por sus posibles similitudes con el entrenador del Atlético de Madrid. Eso sí, cuando se le preguntó por los partidos ante el Madrid y el Arsenal, en Champions, contestó de la siguiente manera: “Voy partido a partido”.
Orta, por su parte, desveló que conoció a Diego Alonso en un asado en Uruguay en 2010 cuando todavía era jugador en activo en Peñarol. “Yo estaba viendo fútbol en Uruguay (siendo ojeador del Sevilla) y me presentaron a Diego en un asado en casa de Gerardo Rabajda. Me impresionó una cosa que me dijo, que él sabía que iba a ser entrenador de fútbol con 23 años. Y todavía estaba en activo. Hablamos de Luis Aragonés, de Rafa Benítez y de Cúper, recuerdo. Desde entonces siempre lo tuve en mi radar y vi cómo evolucionaba. Ahora ha sido mi primera opción para entrenar al Sevilla y agradezco al comité de dirección que la haya respaldado”, aclaró Orta.
“No es normal que hayamos tenido cuatro entrenadores en un año, pero los resultados son los que mandan. Un equipo como el nuestro no puede ganar solo dos partidos de 11″, aclaró Castro sobre la situación deportiva del Sevilla, 14º, a 11 puntos de la cuarta plaza. El dirigente obvió, lógicamente, la tensa relación que se ha vivido entre la cúpula de la entidad y Mendilibar. Los dirigentes sevillistas lo renovaron por aclamación popular tras ganar la Liga Europa sin creer realmente en él. La planificación fue muy tardía y en ella no se contó con un técnico del que no gustaron tampoco sus declaraciones ante la prensa y el trato con los pesos pesados en el vestuario. Mendilibar pidió a jugadores como Lucas Boyé y no se le tuvo en cuenta.
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