No se recuerda en Las Rozas un anuncio de una lista de convocadas más incómodo. Nunca unas deportistas recibieron la llamada de la selección con tanta amargura. Ni unas futbolistas se presentaron a la cita con el equipo nacional con las caras tan largas.
La inmensa mayoría de las jugadoras de la selección española no querían estar concentradas. Ni en Madrid, donde empezaron algunas, ni en Oliva, donde se reunieron todas anoche en un cambio de planes de última hora que las alejaba del foco mediático de Las Rozas, pero también de aquellos dirigentes federativos con quienes no quieren volver a tratar desde que estallara el caso Rubiales.
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Las futbolistas de La Roja acuden en pleno a la llamada del equipo nacional, obligadas y con la sensación de haber sido engañadas tras su pulso con la federación