Un poco de Carlos Alcaraz es más que suficiente para despachar cómodamente a Thiago Seyboth Wild; ladrador el brasileño, pero poco bocado. Hay mucho poder en esto, sin duda, pero también mucha cizaña. El niño sube con fuerza, aparentemente desdeñoso, y lo juega en cada pelotazo pero Carlos Alcaraz, que también sabe jugar, no le impresiona lo más mínimo. En el tenis, incluso en este formato moderno en todo lo que se descuida en cada pastilla, si la velocidad no va acompañada de un poco de mano, poco se puede hacer. Bien lo sabe el murciano, que recibe un regalo de cumpleaños anticipado justo una semana antes de la fiesta del 21: el disparo de Seyboth Wild —24 años y 63 del mundo— tiene algo que salvar, pero muy poco efectivo, como si solucionara el tardío sin gran salto: doble 6-3, en 1h 15m.
Alcaraz viene por pura inercia. Simplemente hay que hacerlo y esperar que Brasil pierda peso. El número de imprecisiones va en aumento – 23 reflejan al final la estadística – y él, que después de haberse molestado en el brazo durante un par de semanas, agradece la colaboración. Toda ayuda es buena. En esta ocasión le basta con jugar rápido y relajado. Es una tardanza más melosa, que no requiere elevar el tono ni siquiera ligeramente de las florituras; un par de buenas marcas de la casa y mucha protección para proteger la espalda, pero poco más. Conviene empezar con la artillería y el jugador de El Palmar -20 jugadores, para los nuevos del rival- realiza un ejercicio práctico, sin obstáculos ni titubeos. Hilvanado la imagen: cabello intacto y sin rastros de sudor. Seriedad y concentración, y el resto depende de Seyboth Wild.
Más que ilustrativo este punto sobre el hecho de que Alcaraz reduce el ritmo del sprint para golpear la pelota detrás de las piedras, en lugar de acelerar y desviarse de la pelota, que desciende varonilmente. O ese otro momento en que una vez vendido el primero romper, 4-3 para ti, observa desde el respaldo de tu asiento un anuncio que la misma persona recomienda una crema de protección solar. Permitiéndose esta doble licencia, el murciano sigue resolviendo con seriedad y el duelo se inclina con naturalidad, porque quería ser así: sin querer, seguramente lo hubiera también se ganaría. Para que no haya nada de excesivo y el joven felicita a su padre Carlos —“esto es para ti, papá”, firma en la sala— y piensa en ti en los octavos.
Será el martes del alemán Jan-Lennard Struff, el jugador que consiguió el título el año pasado. Difícil de agarrar, un cañón del tomo y el cuerpo; saber desempeñarse sobre arcilla. “Todo va como a finales del año pasado. Sabemos el jugador que es y el nivel que tiene; Tiendo a estar muy centrado en el resto. Guardemos los montones y démosles el cien por cien; Será un partido un poco incómodo de jugar, pero creo que la gente irá y lo disfrutará”, afirma Satisfecho. “Estaba un poco nervioso porque no sabía cómo me gustaría, pero estoy muy contento con mi actuación. No hubo tiempo para aguantar esos nervios, pero alcanzó un gran nivel, desde el principio hasta el final. Ahora he dejado la llama del fuego y no me importan las molestias. A partir de hoy nos ponemos en camino para llegar allí. Disfruto cada punto y cada tiro que hago en la Caja Mágica”.
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